en un campo al anochecer en
el que no encuentro la salida.
Cuando la conocí llevaba
las luciérnagas más bonitas
de todas las noches
en las que no pude imaginarla
por que había demasiada oscuridad
y los tranvías
a los que había llegado tarde
colgaban por su hombro
en una tarde de verano.
-Cuando el mundo
va muy despacio
pero el corazón
muy rápido-
eso creí que era el amor,
pero después de verla
con la mirada perdida
esperando su turno en la cola de un oficina
supe
que el amor era algo más.
El sonido de unos huesos quebrándose por dentro
un olor a primavera colándose por la ventana
o un cielo despejado en medio invierno.
Era algo más que eso.