Mientras caminaba una mechon de trenza resbaladizo le caía por la mejilla con tacto seda.El aire titubeante se colaba entre su finisimo pelo y marcaba este con una fragancia de frescura y movimiento que a 1 metro por detrás ,dejaba desear a cualquiera...
Cuán terrible y desesperante era esperar que se abriera aquella puerta cada mañana, a la misma vez que yo entrecruzaba los dedos.
Y todo por no reconocer que me muero cada vez que Otoño inspira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario